Me parece interesante parar un momento a entender la importancia que tiene la vulnerabilidad en todos los procesos emocionales.
La importancia de aprender a aceptar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que nos sucede.
Habitualmente usamos el escudo de la auto-crítica y el auto-juicio para no dar importancia o "tachar" lo que realmente estamos sintiendo cuando estamos expuestos a un tipo de emociones que nos hacen sentir débiles.
Una forma de protegernos hacia fuera, hacia lo que puedan pensar de nosotros, mofarse...
Hemos aprendido que ser vulnerables es ser débiles pero en realidad, es todo lo contrario!
La vulnerabilidad nos permite sentir lo que es, lo que hay. Es aceptar y aceptarse.
La investigadora B.Brown, opina que lo que diferencia a las personas que se encuentran consigo mismas y con su entorno y las que no, es que las primeras tienen la valentía de ser imperfectas, reconocerlo y mostrarlo. Son en definitiva, vulnerables.
Nuestras vergüenzas nos protegen de nuestras dudas.
Esto nos lleva a no mostrarnos, a no exponernos y provoca una limitación en la capacidad de conectar con los demás. A generar una imagen poco auténtica de nosotros.
La vergüenza que nos produce el hecho de dejar ver ciertas partes de nosotros mismos nos hace sentir vulnerables, y aunque muchas veces esta sea la razón por la que evitamos las conexiones, la vulnerabilidad es requisito indispensable para generar conexiones verdaderas y sanas.
En sus investigaciones, la Dra. Brown se ha encontrado básicamente con dos tipos de personas: aquellas con un gran sentido de de dignidad y merecimiento de amor y pertenencia, y aquellas que siempre se preguntaban si eran lo suficientemente buenas para merecerlo.
Lo único que las hacía diferentes y más propensas a tener conexiones humanas, era su certeza de que lo merecían.
Personas que tenían el valor de ser imperfectas, mostras sus imperfecciones y aceptarlas, ya que creían que aquello que las hacía imperfectas también las convertía en bellas. Las conexiones que generaban eran fruto de su autenticidad.
No obstante, tampoco hay que negar que ser vulnerable no es ni fácil ni agradable en muchos casos y por eso tendemos a veces a evitar aquellas emociones que no son agradables de sentir y es precisamente cuando bloqueamos esas emociones cuando también bloqueamos las que nos hacen sentir bien como la alegría, el gozo o la gratitud.
Al no sentirnos alegres y felices, volvemos a intentar bloquear las emociones por lo que caemos en un círculo vicioso.
Por todo ello, considero importante tener en cuenta este tema y entender que aceptando todas las circunstancias internas y externas, podemos usar cualquier experiencia para construir algo nuevo y mejor.
Darnos cuenta de que sin importar lo que esté sucediendo, la luz ilumina cualquier oscuridad. Y nuestra energía interna es esa luz.
Ante la adversidad, debemos comenzar por reencontrarnos con nuestra luz interna, escucharla y dejarla crecer hasta que ilumine y guíe nuestros pasos.
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