El sistema emocional está compuesto por tres factores que están siempre conectados entre sí: Cuerpo, Mente y Lenguaje. Cada emoción se traduce en un pensamiento (y posterior conducta), palabras (emociones que expresamos con palabras: PNL) y una corporalidad (gestos, variaciones en la respiración, contracción de músculos....) y si alguno de los factores "falla", los otros dos se encargan de delatarnos.
En más ocasiones de las que creemos, la enfermedad física es el resultado de un desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo. Las enfermedades psicosomáticas son producidas por somatizaciones del individuo, es decir, cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada debido a emociones displacenteras, sentimientos negativos, modificaciones del ciclo vital o situaciones de alto impacto emocional, las cuales producen estrés, que puede representarse en forma de síntomas o enfermedades físicas.
La cuestión es, una vez más, pararnos a pensar cuál puede ser el origen real de nuestra dolencia.
Pongamos un ejemplo:
Una persona desde hace años sufre habitualmente dolencias en el estómago. Si se pone enferma, normalmente tiende a sufrir ardor, espasmos intestinales...
Por supuesto que el dolor es real, físico y no es imaginario o irreal. Se trata y se cura pero al tiempo...recaida. Y lo volvemos a tratar....y al tiempo recaida...
Las dolencias de estómago persistentes, tienden a encontrar su origen en rabias contenidas. En no atreverse a auto-defenderse cuando nos sentimos atacados, en no descargar la energía en el momento en el que ocurre una emoción de tipo ira-rabia-enfado. Nos lo tragamos y creemos que ya está solucionado el tema. Pero el cuerpo no olvida, y esa no-gestión de esas emociones repercute en el cuerpo y se puede llegar a convertir en algo crónico.
El cuerpo nos manda contínuamente señales a las que muchas veces ni tan siquiera hacemos caso pero que están pidiendo a gritos un poco de atención.
Las medicinas, curan... pero la gestión de las emociones, previene.
Vivimos en una sociedad millonariamente endeudada con la industria farmaceútica, todo lo curamos con medicinas, pero apenas se invierte en la prevención de muchas dolencias que son psicosomáticas.
Si se invirtiera más en la prevención (gestión emocional -en cualquiera de sus múltiples variedades- en este caso) se reduciría por ejemplo,en gran medida el ausentismo laboral por dolencias, depresiones, cansancios crónicos...
Nos hemos abandonado a poner de forma ciega soluciones automáticas a nuestras dolencias sin pararnos a autoconocernos y a saber los posibles orígenes de lo que nos hace ponernos enfermos.
Asimismo, está constatado que las siguientes emociones por ejemplo, correlacionan en doble proporción de lo normal con los siguientes trastornos físicos:
La cuestión es, una vez más, pararnos a pensar cuál puede ser el origen real de nuestra dolencia.
Pongamos un ejemplo:
Una persona desde hace años sufre habitualmente dolencias en el estómago. Si se pone enferma, normalmente tiende a sufrir ardor, espasmos intestinales...
Por supuesto que el dolor es real, físico y no es imaginario o irreal. Se trata y se cura pero al tiempo...recaida. Y lo volvemos a tratar....y al tiempo recaida...
Las dolencias de estómago persistentes, tienden a encontrar su origen en rabias contenidas. En no atreverse a auto-defenderse cuando nos sentimos atacados, en no descargar la energía en el momento en el que ocurre una emoción de tipo ira-rabia-enfado. Nos lo tragamos y creemos que ya está solucionado el tema. Pero el cuerpo no olvida, y esa no-gestión de esas emociones repercute en el cuerpo y se puede llegar a convertir en algo crónico.
El cuerpo nos manda contínuamente señales a las que muchas veces ni tan siquiera hacemos caso pero que están pidiendo a gritos un poco de atención.
Las medicinas, curan... pero la gestión de las emociones, previene.
Vivimos en una sociedad millonariamente endeudada con la industria farmaceútica, todo lo curamos con medicinas, pero apenas se invierte en la prevención de muchas dolencias que son psicosomáticas.
Si se invirtiera más en la prevención (gestión emocional -en cualquiera de sus múltiples variedades- en este caso) se reduciría por ejemplo,en gran medida el ausentismo laboral por dolencias, depresiones, cansancios crónicos...
Nos hemos abandonado a poner de forma ciega soluciones automáticas a nuestras dolencias sin pararnos a autoconocernos y a saber los posibles orígenes de lo que nos hace ponernos enfermos.
Asimismo, está constatado que las siguientes emociones por ejemplo, correlacionan en doble proporción de lo normal con los siguientes trastornos físicos:
Ansiedad crónica = Asma
Pesimismo = Artritis
Tensión excesiva = Jaqueca
Irritación constante = Úlcera
Desconfianza elevada = Enfermedades Cardiácas
Desde los años 50 existen numerosas investigaciones que así lo demuestran y aunque en este blog solo pretendo introducir y divulgar conceptos básicos para que simplemente se sepa que existen, si alguno está interesado, cuento con más información al respecto y sino, hay mucha información más técnica en una amplia bibliografía.
Aquí os dejo estas líneas que sirven de ejemplo como introducción al tema...quizás os sintais identificados con algunas de vuestras dolencias!
....Muchas veces....
El catarro "chorrea" cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta "tapona" cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
Y tus dolores callados? Cómo hablan en tu cuerpo?
El dolor de garganta "tapona" cuando no es posible comunicar las aflicciones.
El estómago arde cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes invade cuando la soledad duele.
El cuerpo engorda cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza deprime cuando las dudas aumentan.
El corazón afloja cuando el sentido de la vida parece terminar.
La alergia aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
Las uñas se quiebran cuando las defensas están amenazadas.
El pecho aprieta cuando el orgullo esclaviza.
La presión sube cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis paralizan cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre calienta cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas duelen cuando tu orgullo no se doblega.
Y tus dolores callados? Cómo hablan en tu cuerpo?
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